miércoles, 4 de junio de 2014


Temblé como una hoja de lenga al viento.

Noviembre 23, 2012

Fui invitada a hablar a la radio de Los Antiguos en un programa llamado "Espacio Productivo" donde el INTA y el CAP semanalmente divulgan información de interés a los productores de la zona. El tema que me tocaba compartir era sobre incendios en Patagonia, dentro del marco de mi tesis de maestría. Corrupción, básicamente. Sabía que debía suavizar mis palabras y apelar a la lógica de mi interlocutora, una ingeniería forestal de la zonaque estudian combustibles, analizando datos climáticos y modelando incendios modificando sus variables. "Si se prende el bosque de lenga, sabemos que solo lo apaga la lluvia", comentó ella.

Me permití la satisfacción de que la rehuida palabra que refleja nuestra cotidianidad, se infiltrara en el programa radial. Por supuesto Miriam, aún sabiendo exactamente de lo que hablaba, se encargó de desestimar mis sutiles aseveraciones. Pero el gatillo se había disparado, y me sentí bien, como después de estornudar profusamente. Me quedé pensando en todo lo que ella quisiera decir y no puede, por ser empleada del CAP y planeando llevar a cabo un proyecto de restauración de Monte Zeballos. O quizás no, y ha caído en la costumbre de solo querer sacar una tajada de dinero. Prefiero creer lo primero.

Noviembre 25, 2012

Fui con mi hermano a la Feria Ganadera de Perito Moreno. Mi interés, además de presenciar el telúrico acto ganadero de un pueblo pequeño, era conocer a Luti Pérez, el dueño de las ovejas y del suelo en qué no crecen pastos ya. Pero recordemos que los bosques presentes en esta propiedad, que tuvieron la desdicha de estar arraigados en este suelo ovino, son patrimonio de todos y es función del estado manejarlo concienzudamente.

No lo conocí, no se presentó a la feria ganadera. Me divertí pensando que su ausencia indicaba que él sabía de mi presencia y quiso evitar un enfrentamiento.  Aunque soy consciente de que lo más delicado de todo el asunto, más que germinar semillas de lenga, es convencer al dueño del campo y al policía para que se ajuste a la Ley de Bosques. Porque uno tiene que negociar para que se cumpla una ley?

Febrero 5, 2013

El director del Consejo Agrario Provicial, un tal Fuello, llegó al vivero forestal de Antiguos por el día del pueblo. Entró con una comitiva de concejales y secretarios y balbuceó cuestiones a los fondos otorgados a la provincia por la Ley de Bosques. 'Allá en el Turbio van a recibir un millón de pesos porque tienen al castor que hace desastres… pero no se si hay castores en Santa Cruz… yo les dije que se tenían que unir con los de fauna porque el castor es un animal que esta afectando los bosques'. Temblé como una hoja de lenga al viento.

Al día siguiente

Recurrí a la internet par informarme sobre el estado de la Ley de Bosques en Santa Cruz y averiguar si había mención sobre las lengas de Monte Zeballos. Me lleve una grata sorpresa al enterarme que el CAP y CIEFAP han llevado a cabo en 2007 y 2008 unos ensayos de restauración en la zona de Río Turbio, Monte Zeballos y Lago Guacho en Chubut (allí se incluyo ciprés de la cordillera también). Como parte del proyecto, el CAP de Los Antiguos recibió un invernáculo para producir plantines de lenga para germinar semillas colectadas en Monte Zeballos, dejarlas crecer un par de años, y luego plantarlas en su lugar de origen en el marco de la restauración ecológica. Me quedé pensando: ¿tiene esto sentido o, en vez, usamos toda esa plata directamente para sacar las ovejas y generar pasturas en otro sitio?

Al día siguiente fui al vivero forestal de CAP para conocer a las personas involucradas en este proyecto. El ingeniero forestal me comentó que próximamente estarían trabajando en un proyecto de restauración de lenga en Monte Zeballos y me sugirió que quizás yo podría participar. Regresé al día siguiente, y Miriam me contó de que se trata el proyecto: hacer un inventario forestal mas detallado del que ya existe, establecer dos clausuras para excluir ovejas y estudiar regeneración e instalar una base metereológica. Quedamos en que yo participaría en las salidas a campo en el mes de Enero. 

Llamado del Bosque 

Noviembre 18, 2012

Al caminar por ese bosque uno tiene la sensación de que algo está mal. Se trata de un bosque de lenga (Nothofagus pumilio) y ñire (Nothofagus antartica) al sur de la localidad de Los Antiguos, Santa Cruz. Se ven enroscados arboles centenarios de tronco grisáceo creciendo admirablemente sobre un pelado pedregullo. En los sitios donde el suelo aun es retenido por las raíces, plántulas de lenga emergen con tiernos cotiledones apuntando a la luz. Su verde vigor ignora que nunca lograran reemplazar a sus avejentados progenitores. Muy probablemente, alguna de las cientos de ovejas que circulan por la zona en búsqueda de un pedazo de celulosa para masticar, las pisarán o ramonearán hasta la muerte. Para alguien con nociones básicas de ecología, la formación boscosa en cuestión se presenta como una decadente ciudad de ancianos e infantes, sin jóvenes ni adultos menores. La insostenible pirámide poblacional de esta ciudad imaginaria pronto se derrumbará hasta desaparecer, al igual que las 3200 has de bosque de lenga de las cual quiero hablar.

Cursos de ecología y 'medio ambiente' repiten abúlicamente  la importancia de los bosques para la supervivencia del hombre. Lamentablemente, receptores y repetidores de tal mensaje rara vez captan su relevancia dado que la vida citadina de cemento y ladrillos les impide vislumbrar la irremediable dependencia de los asentamientos humanos y su entorno: suelo, bosques, ríos, pastizales, etc.  Sin pretender dictar una lección sobre servicios ecosistémicos, quiero destacar que los bosques, gracias a su compleja estructura horizontal y vertical –tanto por debajo y por encima de la superficie–, permiten que el agua de lluvia ingrese nuevamente al suelo, recargando ríos y acuíferos que abastecen del vital mineral a ciudades, industrias y campos. Desde un punto de vista menos antropocéntrico, los bosques albergan las más diversas formas de vida –muy distintas a la nuestra– con una capacidad adaptativa, procesos fisiológicos y estructuras que dejan mudo a cualquier especialista en biodiseño, biotecnología, nanotecnología; o de cualquier rama del conocimiento humano que ha intentado encontrar en la naturaleza las soluciones a nuestros humanos problemas.

Cuántas veces he oído decir –y también pienso– ¿cómo es posible qué en un país con tantos recursos naturales y humanos, haya tanta desigualdad, carencia y pobreza en todas sus dimensiones? La respuesta está en las situaciones cómo la que le toca vivir a este menesteroso bosquecito. Debido al carácter infantil de las sociedades humanas, necesitamos reglas que nos dicen qué se puede hacer y qué no. Aún así, como niños traviesos, inventamos todas las jugarretas posibles para evadir estas reglas. Volviendo al bosque, en 2007 nuestro país logró implementar la Ley de Presupuestos Mínimos de Bosques Nativos la cual ordena a cada provincia a realizar un ordenamiento territorial de sus bosques y llevar a cabo acciones de manejo acordes. Se hace un mapa semaforizado de las zonas boscosas: rojo indica reserva forestal, donde no se pueden realizar actividades comerciales; el amarillo no se sabe bien qué indica y el verde autoriza el desmonte. Esta ley ha sufrido irregularidades serias en cada provincia: se aceleró el desmonte, personas han muerto en defensa de unos pocos árboles, y – por supuesto- los fondos destinados a realizar planes de manejo nunca llegan a materializarse para tal fin.

En la provincia de Santa Cruz, el ente encargado de implementar la Ley de Bosques es el Consejo Agrario Provincial (CAP). Dada la escases de formaciones forestales en la provincia, nuestro bosque en Monte Zeballos debería figurar como una manchita roja en el mapa de ordenamiento territorial que aún no existe. Sin embargo, como antes les contaba, las ovejas pisotean y la liebres comen cada brote que se anima a emerger cada primavera. 'Bueno', diría uno, 'exijamos a quién corresponde a sacar las ovejas de este bosque nimiamente nutritivo para ellas y dejemos que se regenere'. Pero, oh Argentina!, nos encontramos con que el dueño de las ovejas, el señor Luti Pérez,  es uno de los dirigentes del CAP. El Estado que debería salvaguardar nuestro centenario tesoro y el cuatrero de nuestro bien común, son la misma persona. ¿Qué hacemos? ¿Nos enfrentamos a este señor que peca de destructor e ignorante (ver párrafo 2) y proponemos un plan de manejo que incluya poner las ovejas en una zona más nutritiva para todos? ¿O nos quedamos resignados ante la irreverencia del señor, la provincia y el país?